Keywords
Siglo XIX, Viajes, Literatura, Benjamin Vicuna Mackenna, Alexander von Humboldt
Abstract
Benjamín Vicuña MacKenna y Alexander von Humboldt. El intenso deseo del joven chileno de 24 años, Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), escritor, periodista, historiador, político y viajero, de encontrarse con el famoso científico prusiano Alexander von Humboldt en Berlín en 1855, lo lleva a describir con singular detalle este encuentro breve y cruzado. La superioridad del científico europeo es expresada en un tono de sólida admiración. Admiración que no era mutua, porque von Humboldt no podía admirar a quien aún no había ni estudiado ni escrito, y el científico prusiano ya había viajado y realizado su tarea en el Continente Americano. Un viajero tan singular como Vicuña Mackenna se las arregla para que en su narración quede testimonio de cómo un chileno puede llegar a tener, no sólo un encuentro, sino una conversación tȇte-a-tȇte con dicho científico altamente célebre. La inminencia del encuentro mismo, eclipsa el total aburrimiento que Vicuña Mackenna experimentaba en Berlín. Dejar por escrito ese ‘momento huidizo del encuentro único’ era importante, pues era el modo de quedar registrado para siempre en la historia de los viajes y de las ciencias en Chile y de su desempeño posterior como figura pública; y de paso les recordaba a sus lectores, que él era parte de una “filiación de ruta cultural y científica” y que no era un improvisado. El encuentro ‘feliz’ con von Humboldt hace que Vicuña Mackenna llegue a Berlín siendo uno y regrese a Chile siendo otro, ya educado y formado.
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Encuentro feliz: Benjamin Vicuna Mackenna y Alexander von Humboldt
Benjamín Vicuña MacKenna y Alexander von Humboldt. El intenso deseo del joven chileno de 24 años, Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), escritor, periodista, historiador, político y viajero, de encontrarse con el famoso científico prusiano Alexander von Humboldt en Berlín en 1855, lo lleva a describir con singular detalle este encuentro breve y cruzado. La superioridad del científico europeo es expresada en un tono de sólida admiración. Admiración que no era mutua, porque von Humboldt no podía admirar a quien aún no había ni estudiado ni escrito, y el científico prusiano ya había viajado y realizado su tarea en el Continente Americano. Un viajero tan singular como Vicuña Mackenna se las arregla para que en su narración quede testimonio de cómo un chileno puede llegar a tener, no sólo un encuentro, sino una conversación tȇte-a-tȇte con dicho científico altamente célebre. La inminencia del encuentro mismo, eclipsa el total aburrimiento que Vicuña Mackenna experimentaba en Berlín. Dejar por escrito ese ‘momento huidizo del encuentro único’ era importante, pues era el modo de quedar registrado para siempre en la historia de los viajes y de las ciencias en Chile y de su desempeño posterior como figura pública; y de paso les recordaba a sus lectores, que él era parte de una “filiación de ruta cultural y científica” y que no era un improvisado. El encuentro ‘feliz’ con von Humboldt hace que Vicuña Mackenna llegue a Berlín siendo uno y regrese a Chile siendo otro, ya educado y formado.